Como en educación, el peor enemigo de la cultura española son los políticos que la gestionan.
El día 21 de septiembre, el ex ministro César Antonio Molina, sometió al público y a un nutrido cogollito pseudocultural de políticos de Palma, a una insoportable sucesión de lugares comunes sobre el futuro de la cultura española en el mundo. El acto se celebró en el Club Última Hora.
No sólo no se dijo nada relevante, interesante, ocurrente, sino que todo se redujo a una perorata monótona que reducía la cultura a cuestiones administrativas. La supuesta creatividad literaria del conferenciante brilló por su ausencia. Ni atisbo de originalidad, ingenio, ni gracia alguna.
El presentador valoró a Molina por introducir las lenguas cooficiales en el Instituto Cervantes, de manera que se puedan aprender, como el castellano, en los centros de todo el mundo. César Antonio Molina reconoció la importancia del español en el mundo en presencia de los siguiente políticos: Francina Armengol, Bárbara Galmés, María Antonia Munar, Miguel Nadal, Ramón Socías, entre otros. Todos ellos grandes defensores de la libertad, la Constitución y el bilingüismo, sí señor. Son la cohorte de fieles servidores del gran mecenas de la cultura y la prensa balear, a cuyo lado se sentó la presidenta del Parlamento.
Nada se dijo de abrir un centro del Instituto Cervantes en Palma, para que los mallorquines que lo deseen puedan aprenderlo incluso como lengua vehicular en las clases.
El patriotismo del conferenciante quedó patente cuando habló de su oposición a que la compañía Odyssey, que se dedica al rescate de riquezas y tesoros hundidos en el mar, extrajera los restos arqueológicos de pecios españoles, a cambio de quedarse con las monedas y objetos de valor que se rescataran del fondo del mar. Nada se dijo de que nadie, tampoco ningún gobierno español, haya hecho nada por recuperarlos durante siglos y siglos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario