En cuanto las cosas se ponen difíciles, el nacionalismo pierde la careta y muestra su vulgaridad sin sutileza alguna. Ha bastado que el PP proponga que la titulación de catalán no sea un requisito para trabajar en determinados ámbitos de la Administración de Baleares, para que se olviden los argumentos identitarios sobre la pervivencia de la lengua, y se revele con toda crudeza lo que la realidad esconde: el uso de la lengua para conseguir privilegios. Como explicó lúcidamente Weber, el cierre social por exclusión se traduce en cerrar el acceso a ciertas ventajas, normalmente económicas, por motivos de raza, religión, lengua, origen, etc. que sirvan para definir positivamente a un grupo privilegiado frente a quien no tiene cierto rasgo.
De esta guisa razona Guillem Mas Gornals en el artículo publicado en DM el día 10 de agosto (http://goo.gl/U3f7R). El Señor Mas Gornals es Máster en Relaciones Humanas y Formación. Nos demuestra su profundo humanismo y preocupación por el futuro de los jóvenes de Baleares, explicando que la exigencia del catalán como requisito “elimina molta competència externa”, lo cual les da una ventaja evidente frente a "altres aspirants de fora” para acceder a la oferta de trabajo público. Ni por asomo alude este especialista en educación, a que lo que necesitan los jóvenes de Baleares sea mejorar su capacitación y nivel, lo que les beneficiaría a ellos y a toda la sociedad en su conjunto. No, lo que preocupa al Señor Mas Gornals es que se pierdan privilegios por motivos lingüísticos y que la igualdad sea algo más que una palabreja políticamente oportuna para simular el humanismo del que carece.
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