Una reacción desquiciada es una revelación
muy aclaratoria. Por el tono y el contenido de la carta publicada en Diario
de Mallorca -que reproducimos a continuación- nuestros lectores podrán
constatar cómo conciben algunos docentes su profesión. Ante la simple advertencia
de que sus funciones no incluyen la introducción del debate político diario en las
aulas con el fin de indoctrinar o divulgar entre menores de edad sus convicciones
particulares, un profesor de un conocido colegio de Palma, monta en cólera. No
parece que el Sr. Roca distinga entre
opinar
sobre aspectos relativos a la materia que imparte, o sobre cuestiones didácticas
que dependen de su profesionalidad, de afirmar que exista
una conspiración que desapareció hace siglos. Vean si no el victimismo paranoide y lo anticuado del imaginario de un docente cuyos alumnos recuerdan por
dar las clases de Lengua y Literatura Castellana de 2º de Bachillerato exclusivamente en catalán.
Puede estar tranquilo el Sr Roca: peor para la educación que los recortes, es que nadie se molestará en impedir que convierta sus clases en un emocional toque de
fanfarria .
domingo, 25 de noviembre de 2012
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Etiquetitas, lacitos y medallitas
Hay un punto en el que la reiteración de
conductas supuestamente ejemplarizantes resultan risibles. Desde finales del
curso pasado, un número importante de profesores luce en público -y en las
aulas- distintivos sobre su posicionamiento ideológico. Una camiseta verde cada
miércoles indica que se rechazan los recortes en gasto educativo. Pese a que la
libertad de elección lingüística sigue siendo una quimera eternamente
postergada, hay docentes que llevan además lacitos con la bandera catalana, que
en algún caso se ha convertido –a medida que llegaban las lluvias de otoño- en
verdaderos lazotes que parecen cuerdas colgantes.
La huelga
general de día 14 ha
brindado la oportunidad de añadir otro ejemplo más de infantilismo etiquetista: algunos directores de
centro, junto con miembros de sus equipos directivos, han querido demostrar que
apoyaban la huelga sin poder hacerla, portando una ostentosa etiqueta en el
pecho que decía “serveis mínims”; una forma de mostrar en público que se está
con los huelguistas, sin estarlo efectivamente por cumplir con los servicios
mínimos. Poco a poco, algunos docentes acumularán más insignias que medallas los
mariscales de campo. Cómico, pero cierto.