En un instituto del centro de Palma, las Secciones Europeas han tenido un éxito poco frecuente en la empresa educativa actual. Sin embargo, quién lo iba a decir, un enemigo interior conspira contra las mismas.
Con el nombre de Secciones Europeas, se denomina al proyecto cuyo aspecto principal consiste en impartir íntegramente alguna asignatura del currículum de Secundaria en una lengua extranjera, según los conocimientos y la disposición de los profesores. Para poner en marcha el plan, se exigen unas condiciones mínimas que los alumnos deben cumplir. El resultado es que los grupos que se adscriben al plan tienen mejor nivel general en todos los sentidos.
Dado el rigor y la seriedad de los profesores implicados, los padres de los alumnos se interesan por el proyecto, piden información y procuran que sus hijos se beneficien del mismo.
Sin embargo, una oposición interna al mismo lo ha puesto en peligro. Dos son los argumentos con los que un grupo de profesores se oponen al mismo:
1. Impartir asignaturas como las Ciencias Naturales en inglés va en contra del Decreto de Mínimos, que impone obligatoriamente el catalán como lengua vehicular para esta materia.
2. Las Secciones Europeas conspiran contra la cohesión social como meta principal de la educación. Al agrupar alumnos con mejor perfil, se considera que se practica una discriminación entre los que son aptos para el plan y los que no.
Aparte del valor que tiene por sí mismo el aprendizaje en serio de una lengua extranjera, el proyecto del que hablamos tiene un interés añadido: corregir los daños que la comprensividad, teoría vigente en la legislación actual, ha ocasionado. Agrupar a los alumnos según intereses, aptitudes y actitudes es una forma de corregirlos. De hecho, eso ya se practica en los centros en los que se opta por tomar iniciativas. Lo sorprendente es la ceguera inducida por motivos “pedagógicamente correctos” que sufren los docentes. La cohesión social no debe primar sobre la instrucción y el aprendizaje en determinadas fases del proceso educativo. Y una vez más, el catalanismo imperante dispuesto a castrar una iniciativa enriquecedora.
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