En Baleares, ya se ha cerrado el círculo vicioso de la mala educación. Políticos nacionalistas, Joan Lladó de ERC y Biel Barceló del PSM, acuden a la puerta de los juzgados a vitorear a nueve presuntos delincuentes, antes de la celebración del juicio.
Primero, se indoctrina a los jóvenes desde la infancia. El amor por lo “propio” o lo más cercano, es acompañado de desprecio por otros referentes, y se repite machaconamente la ficción de la existencia de un malvado enemigo, aunque desapareciera hace más de tres décadas. A continuación, se interviene en actos de exaltación colectiva, o en otro tipo de actos, como una manifestación contra la corrupción. Como no se acepta la diversidad y pluralidad de las sociedades democráticas, y se usurpa la exclusividad sobre ciertos valores, se excluye a quien comparte el rechazo por la corrupción, pero no el nacionalismo sectario. Para entonces, los insultos, amenazas, y coacciones callejeras diversas, han convertido al nene mal educado en “héroe”, y a Jorge Campos, en el arquetipo del mal. Cuando la Justicia actúa, se invierten oportunamente los papeles y el héroe es reconvertido en “víctima”; se incurre en la contradicción de negar todo lo que se ha dicho y hecho, al mismo tiempo que se apuntala el dogmatismo ideológico repitiendo que existe un monstruo ruin contra el que había que actuar. Así, a los batasunos adolescentes de las islas, conocidos como los “maulets”, no les falta el apoyo de políticos de concepciones predemocráticas, pues la democracia, además de excluir ciertas formas, consiste en aceptar que no todos piensan igual.
En conjunto, un ejemplo de los extremos nocivos a los que llega la mala educación. ¿Tomará nota el nuevo Conseller de Educación y su nuevo equipo, o preferirán sobrevivir poniéndose a silbar? ¿Qué alegarán esos políticos si la sentencia es desvaforable a sus patrocinados? ¿Necesitan un curso acelerado de Educación para la Ciudadanía? Tal vez sirviera para superar la seducción por la violencia en la que andan inmersos...