En la reunión de padres de principio de curso en una escuela de Palma, se presenta el equipo docente. Una profesora toma la palabra: “Bé, parlaré en català. Si hi ha qualcú que no m’entengui, puc fer-ho en castellà, peró m’estim més en català, perquè el meu castellà no és massa bo…”
Algunos padres comparten miradas cómplices. Los hay de distintas nacionalidades y de distintas procedencias, que no dominan el catalán, pero prefieren ser discretos. Por fin, una madre valiente pregunta: “¿Quién da las clases de lengua castellana?”
La profesora que acaba de decir que "el seu castellà no és massa bo" –con una sonrisita nerviosa- contesta: “Jo”.
Un denso silencio, incómodo y resignado, se apodera del aula en la que prosigue la reunión en la única lengua que domina la profesora de lenguas extranjeras.
miércoles, 19 de octubre de 2011
domingo, 9 de octubre de 2011
46 funcionarios del "nivel 33"
Un aspecto en el que los políticos se han asegurado unas condiciones excepcionales, y explican que se les califique de “casta”, es el relativo a las ventajas que han establecido para cuando son destituidos de sus funciones públicas.
Suman un total de 46 los funcionarios que, tras haber ocupado cargos en la Conselleria de Educación, y para los que fueron designados por sus vínculos políticos, han vuelto a su respectivo trabajo. Sin embargo, no vuelven a cobrar lo mismo que antes, sino que, tal y como dispuso el gobierno de Matas, reciben unos suculentos complementos, aunque no haya diferencia alguna en las labores que desempeñan quienes jamás tuvieran un cargo político. La cifra que damos, un total de 46, es la suma de quienes disfrutan en el ámbito educativo de este privilegio, desde que Matas perdió el poder en 2007, más los que tuvieron cargos políticos en el segundo gobierno de Antich. Dado que ocurre lo mismo en cada Conselleria, basta multiplicar por el número de consejerías para inferir que se trata de cientos de casos. Y la cifra irá creciendo legislatura tras legislatura.
Sin duda, el conocido irónicamente como “nivel 33” de los funcionarios es una realidad. Bauzá y José Ignacio Aguiló tienen pues por donde profundizar en su acertada política de racionalización y reducción del descomunal gasto público: eliminando privilegios que caracterizan a la “casta política” y “desfaciendo los entuertos” que su propio partido creó. Falsos “liberales” y “socialdemócratas” listillos alimentaron por igual la ficción de que se podía vivir a costa del desbocado presupuesto público. Por ello, Matas y Antich crearon y mantuvieron una industria de la subvención pública para contentar a todo el mundo, y hasta aquí hemos llegado.
Suman un total de 46 los funcionarios que, tras haber ocupado cargos en la Conselleria de Educación, y para los que fueron designados por sus vínculos políticos, han vuelto a su respectivo trabajo. Sin embargo, no vuelven a cobrar lo mismo que antes, sino que, tal y como dispuso el gobierno de Matas, reciben unos suculentos complementos, aunque no haya diferencia alguna en las labores que desempeñan quienes jamás tuvieran un cargo político. La cifra que damos, un total de 46, es la suma de quienes disfrutan en el ámbito educativo de este privilegio, desde que Matas perdió el poder en 2007, más los que tuvieron cargos políticos en el segundo gobierno de Antich. Dado que ocurre lo mismo en cada Conselleria, basta multiplicar por el número de consejerías para inferir que se trata de cientos de casos. Y la cifra irá creciendo legislatura tras legislatura.
Sin duda, el conocido irónicamente como “nivel 33” de los funcionarios es una realidad. Bauzá y José Ignacio Aguiló tienen pues por donde profundizar en su acertada política de racionalización y reducción del descomunal gasto público: eliminando privilegios que caracterizan a la “casta política” y “desfaciendo los entuertos” que su propio partido creó. Falsos “liberales” y “socialdemócratas” listillos alimentaron por igual la ficción de que se podía vivir a costa del desbocado presupuesto público. Por ello, Matas y Antich crearon y mantuvieron una industria de la subvención pública para contentar a todo el mundo, y hasta aquí hemos llegado.
martes, 4 de octubre de 2011
117 maestros 117
117 maestros 117. Es el total de funcionarios que han abandonado este verano la Conselleria de Educación de Baleares, para volver a las aulas. Sólo los sindicatos educativos consideran imprescindible su presencia en los despachos; he ahí el núcleo ideológico de las protestas a la introducción de unos mínimos criterios de eficiencia económica, que también deben aplicarse en el mundo educativo. La simple y cruda verdad es que por más planes de una u otra cosa que se encargaran de organizar, los resultados que arroja la educación balear empeoran progresivamente, y poco se va a notar su regreso a las aulas, si no es por el ahorro en la contratación de 117 sustitutos.
sábado, 1 de octubre de 2011
És la llengua vehicular més important que els coneixements?
Amigos lectores de La Manca: una madre nos hace llegar la siguiente historia relativa al final del curso pasado. Nos preguntamos a qué darían ustedes más importancia; ¿A los conocimientos o a la lengua en que son divulgados o expresados? Reproducimos literalmente el texto, y les invitamos a dar su opinión.
"Mi hijo de X años acabó el curso y fuimos a por las notas. Yo hablo mallorquín pero mi marido no, y en casa la lengua de uso común es el castellano, a mi hijo le intento hablar en mallorquín para que coja la costumbre y tenga más fluidez, pero casi sin darme cuenta acabamos hablando todos en castellano, cosa que para mí no tiene mayor importancia.
Pues bien, recibió las notas. Notables, bienes... y dos suficientes. Uno de catalán, por supuesto, con una nota amenazadora advirtiendo que debe mejorar, o el curso próximo tal vez no llegue al mínimo para aprobar. El otro suficiente era de 'coneixement del medi'. Nos sorprendió porque es una asignatura que a mi hijo le encanta... Cuando preguntamos a su tutora el motivo, me dijo que era por falta de atención.
Nos pone un ejemplo: mi hijo sale a la pizarra y la profesora le pregunta: 'On són els colzes?' Mi hijo no sabe lo que son 'els colzes' (¿Culpa suya?¿Culpa de sus padres?¿Culpa de los profesores de catalán?), se queda mirando la pizarra, sin contestar. Tampoco sabe lo que son 'els turmells' ni 'les galtes'. Por eso le puntúan bajo.
Yo le digo a la profesora que humildemente pienso que eso no es un examen de 'coneixement del medi' sino de catalán. Que le puntúen bajo en catalán, de acuerdo, pero no en 'coneixement del medi', porque esas preguntas son las de un examen de lengua catalana. Pero la profesora no lo ve como yo y reitera sus 'advertencias' sobre el negro futuro académico de mi hijo, en caso de no mejorar en catalán.
Es una batalla perdida. Nos toca ceder, porque si persevero en mis protestas acabarán etiquetando al niño de "el hijo de la anticatalán" o algo parecido. Nada, nos resignamos a machacar al niño para que hable catalán para no comprometer sus calificaciones escolares, y tal vez su futuro. Es muy triste. Eso sí, antes de irme, y pese al codazo que recibí de mi marido, le solté a la profesora que "ja m'agradaria que fossin vostés igual d'exigents amb l´anglès com ho són amb el català". Se me quedó mirando, entre sorprendida y escandalizada: "Ho som!!". A mi hijo le han puesto un notable de inglés y apenas sabe decir algo más que los números y los colores. ¡Qué absurdo es todo!"
"Mi hijo de X años acabó el curso y fuimos a por las notas. Yo hablo mallorquín pero mi marido no, y en casa la lengua de uso común es el castellano, a mi hijo le intento hablar en mallorquín para que coja la costumbre y tenga más fluidez, pero casi sin darme cuenta acabamos hablando todos en castellano, cosa que para mí no tiene mayor importancia.
Pues bien, recibió las notas. Notables, bienes... y dos suficientes. Uno de catalán, por supuesto, con una nota amenazadora advirtiendo que debe mejorar, o el curso próximo tal vez no llegue al mínimo para aprobar. El otro suficiente era de 'coneixement del medi'. Nos sorprendió porque es una asignatura que a mi hijo le encanta... Cuando preguntamos a su tutora el motivo, me dijo que era por falta de atención.
Nos pone un ejemplo: mi hijo sale a la pizarra y la profesora le pregunta: 'On són els colzes?' Mi hijo no sabe lo que son 'els colzes' (¿Culpa suya?¿Culpa de sus padres?¿Culpa de los profesores de catalán?), se queda mirando la pizarra, sin contestar. Tampoco sabe lo que son 'els turmells' ni 'les galtes'. Por eso le puntúan bajo.
Yo le digo a la profesora que humildemente pienso que eso no es un examen de 'coneixement del medi' sino de catalán. Que le puntúen bajo en catalán, de acuerdo, pero no en 'coneixement del medi', porque esas preguntas son las de un examen de lengua catalana. Pero la profesora no lo ve como yo y reitera sus 'advertencias' sobre el negro futuro académico de mi hijo, en caso de no mejorar en catalán.
Es una batalla perdida. Nos toca ceder, porque si persevero en mis protestas acabarán etiquetando al niño de "el hijo de la anticatalán" o algo parecido. Nada, nos resignamos a machacar al niño para que hable catalán para no comprometer sus calificaciones escolares, y tal vez su futuro. Es muy triste. Eso sí, antes de irme, y pese al codazo que recibí de mi marido, le solté a la profesora que "ja m'agradaria que fossin vostés igual d'exigents amb l´anglès com ho són amb el català". Se me quedó mirando, entre sorprendida y escandalizada: "Ho som!!". A mi hijo le han puesto un notable de inglés y apenas sabe decir algo más que los números y los colores. ¡Qué absurdo es todo!"