Un docente
debe ser un profesional de alto perfil, no un iluminado con ínfulas de ingeniero
social. La conducta en el Consell Escolar
de Manel Perelló –asesor educativo del
Govern Balear y ex presidente de FADESIB
reacio a la libertad de elección de lengua- prueba una vez más hasta qué punto
la ideología nacionalista y la libertofobia, caracterizan a los funcionarios docentes,
sobre todo, a los mandos educativos intermedios.
Los directores de escuelas e institutos han permitido
masivamente la politización de los claustros de profesores, los consejos escolares,
las clases y las instalaciones educativas, instrumentalizándolos contra la posibilidad
de que se reconozca en la enseñanza la realidad bilingüe de la sociedad balear. No es pues un problema menor que la educación real, la que se vive
a diario en los centros, esté en manos de emperadores
lingüísticos de ópera bufa, dispuestos a boicotear todo lo que no se ciña a su ideología. Si las autoridades autonómicas no saben, no quieren o
no son capaces de enfrentarse a este problema, se suma otro motivo para cuestionar
quién deba ejercer esta competencia.
Entre la opinión pública y el legislador o el ejecutivo,
no puede haber funcionarios que hagan de su capa un sayo con los servicios públicos.