El presidente de la confederación de padres de alumnos de Baleares –COAPA- es un optimista ingenuo o un conservador a ultranza. Cabe la posibilidad de que el sectarismo político predetermine sus posiciones. A juzgar por la entrevista que publicó hace un mes Diario de Mallorca, y sus recientes declaraciones en contra del Govern, por promover la despolitización de las aulas por la campaña “Enllaçats per la llengua”, diríase que para Fernando Martín, el único problema educativo que hay en las islas es que en mayo pasado hubiera un cambio de gobierno. Dado que la realidad de las aulas le debe parecer maravillosa al Sr. Martín, cualquier cambio insinuado –que no realizado- cuenta con la oposición del presidente de COAPA.
Y es que es tan claro el sesgo del Sr. Martín, que parece preocuparle mucho más poner la educación al servicio de la política, que poner la política al servicio de la educación. Nadie duda de que los máximos interesados en la educación de sus hijos son sus padres. Sin embargo, como todo el mundo sabe, los malos padres son también parte importante de la problemática educativa. También lo es que el presidente de una confederación que a priori debiera preservar la educación de su instrumentalización con fines políticos, no detecte anomalía alguna en la actual campaña “Enllaçats per la llengua”, sino en que el Govern dé tímidos pasos para que los docentes distingan entre sus ideas y su función profesional, o que los claustros y consejos escolares cumplan con los fines para los que legalmente están constituidos.
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