martes, 21 de abril de 2009

Al pati parlem en català
















lavozlibre.es

"EN EL PATIO, HABLEMOS EN CATALÁN": Colegios de Cataluña fuerzan el catalán incluso en los patios

La imposición lingüística en Cataluña sobrepasa las aulas. El colegio Betània (Cornellà, Barcelona) obliga a usar catalán hasta en el patio de recreo (ver foto). La normativa de la Generalitat los considera un área más del colegio. También allí el catalán debe ser la lengua de comunicación. Aunque sea entre niños, en una conversación personal y privada. Expertos consideran que atenta contra los derechos humanos e individuales. Esta es la imagen que lo confirma.

Bitácora de Javier Toledano

Undécimo mandamiento: al pati parlem en català

En estos días de Semana Santa propicios al recogimiento espiritual, días de contrición y de penitencia, nada hace más al caso que recordar algunos pasajes bíblicos. De ese modo hemos descubierto el undécimo mandamiento que por casualidad se descolgó a última hora de las tablas de la ley.

No se trata del mandamiento que siglos más tarde Cristo añadió al decálogo mosaico para instruir a sus primeros discípulos: ama a tu prójimo como a ti mismo, sino de otro que la Dirección de una escuela religiosa de la comarca barcelonesa del Baix Llobregat, comprometida también con la más profana religión de la patria -religión participada lo mismo por una supuesta elevación espiritual que por la obtención de subvenciones- da por bueno derramar, como si fuera agua bautismal del río Jordán, sobre la permeable crisma de su alumnado: Al pati parlem en català.

No diremos el nombre de tan venerable institución de la docencia, ni siquiera el de la localidad -por dar una pista sepan que ésta ha visto consolidarse políticamente a uno de los más eximios representantes de la sonderkommandía inmigrada al lacayuno servicio del nacionalismo- pues bastante riesgo han corrido los autores de la foto, buenos amigos de Tolerancio y padres de un estudiante la mar de aplicado matriculado en el centro, al adentrarse en la escuela y, con temple y cautela, cobrar la imagen que exponemos en esta bitácora.

El letrero, como de inocua apariencia, recuerda por su aparato -salvando las distancias, claro es- a aquellas lapidarias inscripciones que aparecen en el frontispicio de algunos edificios destinados a muy diversas finalidades: desde el Todo por la patria de los cuarteles de la Benemérita, al Que no entre nadie que no sepa geometría de las academias de la antigüedad clásica, pasando por El trabajo os hará libres de los campos de exterminio.

Una de las diferencias es que este letrero está colgado de puertas adentro, es decir, del aulario y pasillos hacia el patio de recreo, de modo que permanece oculto a los padres que esperan a sus retoños a la salida de clase. Es, pues, como un mensaje cifrado, iniciático, secreto, dedicado exclusivamente a los chiquillos, sustraído a la escrutadora mirada de los adultos... al contrario de las inscripciones citadas en el párrafo anterior que recibían en el exterior, a modo de aviso, a quienes cruzaban el umbral de unas dependencias destinadas a grupos humanos concretos, señalados por unas características especiales y a quienes aguardaba en su interior una suerte dispar.

Es posible que haya más diferencias entre esas leyendas y ésta otra, rayana en una suerte de guantanamización pedófila, vergonzosa y cobardícola de la educación elemental, pero no se nos ocurren ahora o no las sabemos ver como sucede a menudo con ese pasatiempo llamado advierta las 7 diferencias entre dos dibujos casi idénticos. De modo que, como una imagen vale más que mil palabras y con éstas últimas llevamos más de 500 y ya sobran la mitad… aquí lo dejamos.

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