Cervantes sigue vivo. No en vano, ironías del destino, el Colegio Público Miguel de Cervantes (Ibiza) sirve de escenario real para la que podría haber sido su última novela ejemplar.
La abnegada y disciplinada frialdad con la Ana Andrés Méndez, directora del centro, aplica los decretos educativos de la comunidad de Baleares, que afirman que sólo el catalán es la lengua propia de la enseñanza, demuestran la verdadera y miserable condición del nacionalismo. Ni siquiera con un niño disléxico de 11 años, que sólo pide poder escribir sus trabajos y exámenes en castellano para no empeorar su rendimiento, pues es su lengua materna, se considera que el aprendizaje y desarrollo de facultades es la verdadera meta de la educación, por encima de las metas políticas de quienes la manipulan y denigran.
El Hermano Gabilondo, flamante ministro del ramo, tiene una oportunidad para demostrar si el socialismo es algo más que una postura de “progres” que saben de lo que hablan cuando usan términos como “igualdad” o “libertad”, y si le queda algo de la virtud cristiana de la compasión, que le caracterizaba en el pasado, o si ya hace tiempo que la excretó. La ministra de Igualdad tiene una oportunidad de demostrar si es algo más que una ministra de cuota y si le importan los problemas de los seres humanos o sólo los de las seras humanas. Las autoridades educativas de Baleares y el sector docente, ya ha demostrado una vez más la simpleza conceptual con la que inhumanamente aplica la ley. Son funcionarios intachables y comisarios fieles, pues la culpa de todo la tiene la familia de Olav, que se expresa en casa en castellano en esta parte de España (según afirma su maestra).
Ninguno actuará ejemplarmente y el sistema público de educación balear seguirá manteniendo la doctrina de la Escola de Magisteri y de otros departamentos de la UIB, donde cualquier sectario disimula sus deficiencias intelectuales con las soflamas identitarias habituales.
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