sábado, 30 de mayo de 2009
El pedagogo "antibeatle". 4
El pedagogo “antibeatle” no sólo tiene alma de cura, sino de Papa. Dotado del don de la infalibilidad, perora esta semana desde el púlpito del “Balears”, para extender su concepción monolítica y uniforme sobre la educación. Por eso, considera que a base de “nou reciclatge i una bona praxis” se puede evitar el “analfabetisme de recaiguda” con el que califica a todo aquél docente que habiendo obtenido la titulación obligatoria de catalán, sigue usando el castellano como lengua vehicular. Quien se siente en posesión de la verdad y el bien, califica de analfabetos al resto de los mortales. Como todos los tiranos, soberbios, dogmáticos e intolerantes, el pedagogo “antibeatle” conserva las formas que le caracterizaban cuando daba clases en un colegio religioso, hace ya muchos años… Así, pues, la manera de “alfabetizar” al docente que osa ejercer la libertad y el bilingüismo que nos propone este iluminado, es más reciclaje, reciclaje político, reciclaje ideológico, reciclaje étnico, reciclaje y más reciclaje hasta uniformizar a todo el mundo en la ideología con la que él comulga. Un pedagogo excelente, sin duda alguna, especialista en el lavado de cerebros que conduce a “Un mundo feliz”. Pues bien, los analfabetos que esto escriben, le recomiendan la lectura de Hannah Arendt, Alexis de Tocqueville, Raymond Aaron o John Stuart Mill. Sería una forma de contrarrestar la influencia del Dr. Goebbels, que hizo suya la sentencia de Niestzsche: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
jueves, 28 de mayo de 2009
Un mundo feliz + 1984 + Rebelión en la granja
Los apellidos a veces determinan a las personas. Es el caso de José Alberto Cabañes, diputado socialista en el Congreso, que cree que los centros de enseñanza de España son “cabañas o granjas”, los profesores, “ganaderos”, y los alumnos “ganado” y, que por tanto, es legítimo experimentar de la misma manera que los vaqueros hacen con las vacas.
José Alberto Cabañes ha protagonizado recientemente una “rebelión en la granja” en el Congreso de Diputados, que cree que es otra granja, en forma de proposición no de ley para que el gobierno granjero elabore una guía que permita a profesores granjeros “desterrar de los patios de los colegios actitudes que mantienen los roles machistas, como que las niñas no puedan jugar al fútbol o los niños no puedan jugar a la comba”, así como de eliminar situaciones “por poner un caso extremo, en las que haya grupos de niños jugando a policía y ladrones y grupos de niñas jugando a las mamás”.
Ni en los recreos, espacio de libertad que los alumnos, a este paso, terminarán defendiendo con uñas y dientes frente a profesores-granjeros, se está libre de estos defensores de laboratorios sociales. O Cabañes ha leído a Huxley y a Orwell, y no ha entendido que estos dos grandes autores denuncian visionariamente a los peligrosos políticos que como él ansían el mundo feliz a costa de la libertad, o no ha leído a Huxley y a Orwell, lo que es aún peor, porque da el retrato perfecto de gran parte de los políticos defensores del papá-estado: ignorantes supinos que desconocen lo que es la libertad.
¿Aprobará el Congreso-Granja la propuesta de este nuevo Snowball-Napoleón?
José Alberto Cabañes ha protagonizado recientemente una “rebelión en la granja” en el Congreso de Diputados, que cree que es otra granja, en forma de proposición no de ley para que el gobierno granjero elabore una guía que permita a profesores granjeros “desterrar de los patios de los colegios actitudes que mantienen los roles machistas, como que las niñas no puedan jugar al fútbol o los niños no puedan jugar a la comba”, así como de eliminar situaciones “por poner un caso extremo, en las que haya grupos de niños jugando a policía y ladrones y grupos de niñas jugando a las mamás”.
Ni en los recreos, espacio de libertad que los alumnos, a este paso, terminarán defendiendo con uñas y dientes frente a profesores-granjeros, se está libre de estos defensores de laboratorios sociales. O Cabañes ha leído a Huxley y a Orwell, y no ha entendido que estos dos grandes autores denuncian visionariamente a los peligrosos políticos que como él ansían el mundo feliz a costa de la libertad, o no ha leído a Huxley y a Orwell, lo que es aún peor, porque da el retrato perfecto de gran parte de los políticos defensores del papá-estado: ignorantes supinos que desconocen lo que es la libertad.
¿Aprobará el Congreso-Granja la propuesta de este nuevo Snowball-Napoleón?
viernes, 22 de mayo de 2009
El pedagogo "antibeatle". 3
El pedagogo “antibeatle” tiene alma de cura. Esta semana, nos sermonea para afirmar que quienes no coinciden con la ideología de la religión que profesa, tienen la condición de “secta”. Él, naturalmente en posesión de la verdad, representa entonces a la “iglesia”, la verdad y la vida. Y defiende principios incuestionables, pues le parece muy mal que haya quien no los comparta: en la educación se debe ser de izquierdas y nacionalista, o te excomulgo por pertenecer a una secta malvada. Palabra de Dios. ¡Vade retro, Satán!
Su único argumento es que su credo es mayoritario entre los docentes desde hace 30 años. Es habitual que los ideólogos se aislen de una sociedad y de un mundo, el docente, que no es tan uniforme como ellos creen. Ya saben, el infalible y santo sindicato educativo para el que ora: ¡Oh, inmaculado STEI!
Como toda religión que aspira al integrismo social de su doctrina, y a la erradicación de las otras, el pedagogo “antibeatle” afirma que ellos educan mientras que los otros sólo pretenden manipular. En fin, típica argumentación de monjita escandalizada que ve pecado en lo que no coincide con su credo… El pedagogo "antibeatle" tiene alma de cura. Cura monoteísta que no tolera a los rivales, como Dios manda. Se mantiene fiel a las formas del pasado, aunque no a los contenidos.
Su único argumento es que su credo es mayoritario entre los docentes desde hace 30 años. Es habitual que los ideólogos se aislen de una sociedad y de un mundo, el docente, que no es tan uniforme como ellos creen. Ya saben, el infalible y santo sindicato educativo para el que ora: ¡Oh, inmaculado STEI!
Como toda religión que aspira al integrismo social de su doctrina, y a la erradicación de las otras, el pedagogo “antibeatle” afirma que ellos educan mientras que los otros sólo pretenden manipular. En fin, típica argumentación de monjita escandalizada que ve pecado en lo que no coincide con su credo… El pedagogo "antibeatle" tiene alma de cura. Cura monoteísta que no tolera a los rivales, como Dios manda. Se mantiene fiel a las formas del pasado, aunque no a los contenidos.
miércoles, 6 de mayo de 2009
El pedagogo "antibeatle". 2
Esta semana el pedagogo “antibeatle” nos ilumina con una idea absolutamente innovadora: ensalza la virtudes del aprendizaje a través del juego. Ha descubierto la pólvora. La cuestión es si todavía quedan docentes que no se hayan enterado de algo tan evidente, sobre todo en relación a los niños.
Sin embargo, el maniqueísmo de trasfondo con el que el pedagogo nos abre al mundo de la didáctica, evita las verdaderas dificultades de la práctica docente. Aun siendo cierto que la amenidad en las formas y métodos es importante en cualquier estadio de la enseñanza, hay un momento, a partir de cierta edad, en que la diversión o el juego no pueden sustituir al aprendizaje, para el que son más que un medio, no un fin. Y también es cierto, que sin afán de superación o inquietud por el conocimiento, el docente no puede perseverar en el juego para vencer la resistencia de quien prefiere quedarse en la ignorancia, o carece de motivación. Cada cual tiene su ritmo en el desarrollo cognitivo, pero por citar a alguien relevante, Piaget considera que a los 12 años aparece la capacidad del pensamiento abstracto o formal. ¿Cuándo trazar la frontera a partir de la cual el juego no basta? ¿Cómo explotar esas facultades de forma que haya un aprendizaje y desarrollo lo mejor posible? He aquí el meollo del asunto, el verdadero arte de la enseñanza, para el que los lugares comunes de la pedagogía sirven sólo sobre el papel, donde los lugares comunes parecen resolverlo todo… A menos, claro está, que nos conformemos con corroborar a Unamuno: “quien enseña jugando, acaba jugando a enseñar”.
Sin embargo, el maniqueísmo de trasfondo con el que el pedagogo nos abre al mundo de la didáctica, evita las verdaderas dificultades de la práctica docente. Aun siendo cierto que la amenidad en las formas y métodos es importante en cualquier estadio de la enseñanza, hay un momento, a partir de cierta edad, en que la diversión o el juego no pueden sustituir al aprendizaje, para el que son más que un medio, no un fin. Y también es cierto, que sin afán de superación o inquietud por el conocimiento, el docente no puede perseverar en el juego para vencer la resistencia de quien prefiere quedarse en la ignorancia, o carece de motivación. Cada cual tiene su ritmo en el desarrollo cognitivo, pero por citar a alguien relevante, Piaget considera que a los 12 años aparece la capacidad del pensamiento abstracto o formal. ¿Cuándo trazar la frontera a partir de la cual el juego no basta? ¿Cómo explotar esas facultades de forma que haya un aprendizaje y desarrollo lo mejor posible? He aquí el meollo del asunto, el verdadero arte de la enseñanza, para el que los lugares comunes de la pedagogía sirven sólo sobre el papel, donde los lugares comunes parecen resolverlo todo… A menos, claro está, que nos conformemos con corroborar a Unamuno: “quien enseña jugando, acaba jugando a enseñar”.
domingo, 3 de mayo de 2009
El pedagogo "antibeatle". 1
Desde el medio en el que escribe semanalmente, el pedagogo “antibeatle” se muestra partidario de las tesis del filólogo Tilbert Stegmann, que no distingue entre nacionalismo y filología, porque concibe la segunda al servicio del primero. Ese es el motivo por el que recibió el Premio Ramón Llull 2006, otorgado sistemáticamente al que más “linguobobadas” dice.
Stegmann mantiene en relación al inglés, como lengua que abre el mundo comunicativamente a cualquiera, lo que los nacionalistas mantienen en relación al castellano. Partidarios en el fondo de limitar sus fronteras a un mundo pequeñito, les horroriza que el castellano sea la lengua común de los españoles, o el inglés de las gentes de Europa o del mundo. Denominan sus propuestas “multilingüismo”. Proponen que se aprendan otras lenguas, pero las cercanas y de un origen común, como forma de valorar la pluralidad y ampliar las fronteras comunicativas. Así, aprender lenguas para un niño mallorquín consiste en aprender las latinas: catalán, francés, italiano, español, rumano, retorromano… No les parece que hablar inglés sea una forma efectiva ni eficaz de conocer la riqueza cultural, por no ser la lengua materna de muchos europeos. De esta forma, un sueco no tendría por qué aprender inglés, sino noruego, finés,… (¿A quién se le ocurre que haya que salir de Escandinavia?¿Para qué?).
Nos preguntamos si según Stegmann deberíamos aprender hindú para viajar por la India, o si deberíamos aprender gallego para visitar Santiago de Compostela según el pedagogo “antibeatle”. La animadversión hacia las lenguas más habladas y otros prejuicios, llevó a Stegmann a afirmar que el inglés es la lengua de una cultura “americanizadora y peligrosa que se come al mundo”. Es un misterio si nuestro pedagogo afirma algo parecido sobre el castellano, lengua que enseñó durante años en un conocido colegio de Palma. Si nuestros lectores se preguntan por qué es recordado como el pedagogo “antibeatle”, no tienen más que seguir leyéndonos… La cosa promete.
Stegmann mantiene en relación al inglés, como lengua que abre el mundo comunicativamente a cualquiera, lo que los nacionalistas mantienen en relación al castellano. Partidarios en el fondo de limitar sus fronteras a un mundo pequeñito, les horroriza que el castellano sea la lengua común de los españoles, o el inglés de las gentes de Europa o del mundo. Denominan sus propuestas “multilingüismo”. Proponen que se aprendan otras lenguas, pero las cercanas y de un origen común, como forma de valorar la pluralidad y ampliar las fronteras comunicativas. Así, aprender lenguas para un niño mallorquín consiste en aprender las latinas: catalán, francés, italiano, español, rumano, retorromano… No les parece que hablar inglés sea una forma efectiva ni eficaz de conocer la riqueza cultural, por no ser la lengua materna de muchos europeos. De esta forma, un sueco no tendría por qué aprender inglés, sino noruego, finés,… (¿A quién se le ocurre que haya que salir de Escandinavia?¿Para qué?).
Nos preguntamos si según Stegmann deberíamos aprender hindú para viajar por la India, o si deberíamos aprender gallego para visitar Santiago de Compostela según el pedagogo “antibeatle”. La animadversión hacia las lenguas más habladas y otros prejuicios, llevó a Stegmann a afirmar que el inglés es la lengua de una cultura “americanizadora y peligrosa que se come al mundo”. Es un misterio si nuestro pedagogo afirma algo parecido sobre el castellano, lengua que enseñó durante años en un conocido colegio de Palma. Si nuestros lectores se preguntan por qué es recordado como el pedagogo “antibeatle”, no tienen más que seguir leyéndonos… La cosa promete.