Los apellidos a veces determinan a las personas. Es el caso de José Alberto Cabañes, diputado socialista en el Congreso, que cree que los centros de enseñanza de España son “cabañas o granjas”, los profesores, “ganaderos”, y los alumnos “ganado” y, que por tanto, es legítimo experimentar de la misma manera que los vaqueros hacen con las vacas.
José Alberto Cabañes ha protagonizado recientemente una “rebelión en la granja” en el Congreso de Diputados, que cree que es otra granja, en forma de proposición no de ley para que el gobierno granjero elabore una guía que permita a profesores granjeros “desterrar de los patios de los colegios actitudes que mantienen los roles machistas, como que las niñas no puedan jugar al fútbol o los niños no puedan jugar a la comba”, así como de eliminar situaciones “por poner un caso extremo, en las que haya grupos de niños jugando a policía y ladrones y grupos de niñas jugando a las mamás”.
Ni en los recreos, espacio de libertad que los alumnos, a este paso, terminarán defendiendo con uñas y dientes frente a profesores-granjeros, se está libre de estos defensores de laboratorios sociales. O Cabañes ha leído a Huxley y a Orwell, y no ha entendido que estos dos grandes autores denuncian visionariamente a los peligrosos políticos que como él ansían el mundo feliz a costa de la libertad, o no ha leído a Huxley y a Orwell, lo que es aún peor, porque da el retrato perfecto de gran parte de los políticos defensores del papá-estado: ignorantes supinos que desconocen lo que es la libertad.
¿Aprobará el Congreso-Granja la propuesta de este nuevo Snowball-Napoleón?
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