X es empresario en Palma. Su negocio aúna un taller de dimensiones considerables y una tienda.
Se plantea actualizar la instalación eléctrica de su local, lo que redundaría en una mejora sustancial en varios sentidos. El departamento de Innovación de la Consejería de Industria subvencionaría el 20% del gasto. El plazo para entregar el proyecto y llevarlo a cabo es solamente de tres meses. No basta. Ante el riesgo de hacer precipitadamente un cambio complejo, o de perder la subvención, prefiere ser prudente y renuncia al mismo.
Otra posibilidad es traducir al catalán letreros, indicadores, precios y demás. La subvención sería del 80% del coste total, y no hay plazos ni límite temporal alguno al que ajustarse. Además, con un poco de picaresca, podría presentar un presupuesto exagerado, con tal de que la subvención cubriera todo el gasto de “normalizar” lingüísticamente la empresa. X se pregunta qué concepto de innovación económica, técnica o industrial, manejan los responsables políticos de las instituciones.
He aquí la forma del Gobierno Balear para estimular el sector industrial. Así se gasta el dinero público. En absurdos lingüísticos que no redundan en mejora alguna que genere beneficios, competitividad, ni innovación reales.
1 comentario:
La máxima expresión de la eficacia y de cuáles son las prioridades a la hora de gobernarnos
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